Identidad Permanente es un viejo oxímoron
Probablemente también quepa decir que Homo Deus es otro oxímoron, aunque pueda dejar de serlo. En Homo Deus -ese fantástico libro de Yuval Noah Harari- éste se preguntaba sobre la identidad. Realmente ¿seguirá teniendo sentido hablar de identidad de un ser humano cuando podamos desintegrar a éste en una miríada de otras sub-identidades previas, químicas y micro estados fuera de nuestra auto convencida voluntad? De un plumazo barría así a Kant, a Nietzsche y a Freud con el poder del bigdata. Lo que suelo enseñar de micro segmentar con Facebook Ads resulta una nadería en comparación.
El gran Jorge Drexler es ese vídeo tan viral de las TED Talks explicaba porqué la milonga es tan uruguaya y a la vez, no lo es. O no es sólo uruguaya.
Rumbo también del olvido
No hay doctrina que no vaya
Y no hay pueblo que no se haya
Creído el pueblo elegido
Y por mas branding que hagamos de identidades, tampoco los iconos son tan identitarios como creemos o solemos creer. Ni el mate, ni el asado, ni el tango.
De hecho, ni los viejos boletos capicúa de los bondis argentinos que todos coleccionábamos por ser domésticos palíndromos númericos y que viviendo en Barcelona venimos a caer en cuenta que es simplemente «cap i cua» (cabeza y cola, siendo literal del catalán).
Y ya cruzado el charco, tampoco lo es el chotis madrileño que es en realidad el Schottisch de Bohemia, que podremos decir alemán, pero que traducido viene a significar escocés.
Recordarlo en tiempos de infoxicación continua donde luchar contra las fake news y defender el #stopmitos, mas que una quimera se me antoja un ejercicio de ética que supera lo digital.
Hace unos años, estábamos con mi querido amigo Colin preparando un argentinísimo asado (o eso creía yo) y al él ver que sacaba unos criollos y trenzados chinchulines, exclamó «Oh, chitterlings!» tirando a la porra todo mi sentir patrio, aunque es ese que huye de banderas y se acerca a fogones.
La evidencia a poco de trastear en Google resultaba abrumadora. Evidentemente los Argies ganamos por branding y por sabor pero ni de cerca por propiedad identitaria.
Desafio #chinchulines Vs #chitterlings gracias a @arielbrailovsky … proxima foto, como han quedado ?
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La venganza identitaria del Chimichurri
Para mis entrañas, podía admitir la perdida de los chinchulines como estilema central de la narrativa identitaria del asado.
Había perdido tiempo atrás y sin dolor alguno el sentido de pertenencia a ser los propietarios de decir «Che» y con menos dolor todavía el de ser los creadores del canto tribal e iniciático de toda barra animadora de fútbol, ese «Oooh ohohoh…Ohhhh ohohoh!» que resultó ser hijo de las lluvias de Woodstock. Nada de lo anterior importaba porque quedaba el chimichurri. Hasta hoy, que descubro por un viejo texto, que surgió de un «Gimme some curry» (dadme un poco de curry). Gimme curry, chimichurri.
Sin embargo, cuando cada uno de esos símbolos externos se mezclan y se cocinan entre si a fuego lento son y dejan de ser al mismo tiempo, propios y ajenos. El estofado resultante es único y si gusta, se creará su receta, su liturgia y se comenzará su tradición. La identidad es entonces una percepción y si muchos coinciden en esa percepción se pueden considerar unidos por una identidad.
Toda percepción es una mentira parcial en la que elegimos creer y nunca una mentira, es mas o menos honesta que otra.
Con Drexler, termino el post como empecé, aunque no califique como capicua 🙂