A 12 años de su creación, 1600 millones de personas están enganchadas a Facebook. Más del 90% le necesita una vez por semana. Más del 60%, varias veces al día. Del viejo síndrome de la nomofobia (fobia -inicialmente- a olvidarse el móvil que mutó a fobia a no tener señal, luego batería y llega hoy al Facebook Addiction Disorder (FAD)) la dependencia y mono de Facebook es habitual. Como decía sobre el mito de la huída de los adolescentes de Facebook, los datos muestran un comportamiento cada vez menos crítico con la plataforma, más pasivo en el suministro de información, más interactivo con la publicidad contextual con contenido segmentado, más relajada ante la intrusividad de la más intrusiva de las plataformas que como app en el móvil vigila hasta cuando nos lo llevamos a leer al lavabo.
Ahora bien, Facebook es la droga más poderosa ¿te sigue pareciendo un título exagerado?
Confieso que a mi sí, cuando se lo leía a The Economist 🙂 en Facebook, the world’s most addictive drug. También me parecía exagerado decir que es ridículo no tener una cuenta en Facebook para proteger la intimidad personal, pero cada día que paso comprendiendo la potencia brutal de Facebook Ads, de poder contextualizar un mensaje hasta las instancias más íntimas me convenzo que no solo es una inocencia sino un peligro el pensar que estar fuera de Facebook te permite independencia de indexación. Y es sólo el principio.
También es donde profundizan esa historia los chicos de The Economist con el último número sentando al bueno de Zuckerberg como César bajo el título de Ambiciones Imperiales. No es la primera portada que le hacen a Facebook ni la más bestial (la del camello de hace dos décadas es mi elegida como killer-cover 🙂 ) pero van en su línea: estamos frente a una bola que recién se intuye como gigante.
Facebook ha mezclado dos conceptos de manera magistral: red social mas blogging corporativo. La parte de red social que contacta personas y de las que estudia comportamientos tan nimios como que palabras borramos cuando estamos escribiendo un estado, cuantos likes damos a fotos de animales por semana, qué tipo de reacción tenemos ante determinados perfiles y por supuesto, todo el mapa sensorial que viene desde el móvil, ésta parte, su core business, ha tenido su contención en el negocio. Para monetizarlo sólo necesitó darle un espacio pequeño a las empresas para que se mataran por la presencia orgánica en el Muro (0,8% visionados iniciales sobre total de miembros en 2015, según comentábamos en Facebook Ads). Bendito seas EdgeRank … ¿para cuando vuelves a intentar el algoritmo en Instagram, Mark? 😉
Facebook, Google, Amazon y Twitter tienen distintos reinos: Twitter, el de la inmediatez. Google el de la ubicación total, enormes cantidades de datos sobre el mundo, sobre la web indexada. Amazon, sobre nuestras compras pasadas, deseadas y socialmente futuras. Y como el anillo de Isildur, Facebook, los reúne a todos. El secuestro de la audiencia a Linkedin y a Youtube es patente, pero hay algo mas: Facebook sabe lo que hicimos en Twitter, en Amazon, en Linkedin y en Google y tiene la potencia deductiva suficiente para saber que vamos a hacer. Por qué, sí, estadísticamente, somos muy predecibles. Pero hasta aquí, nada nuevo.