Estamos tan acostumbrados a usar el móvil que hasta lo llevamos al baño, ni bien nos despertamos. Lo dice Edelman y lo dice McKinsey. El 70% de los europeos con Smartphones hace eso y apenas se aleja diariamente metro y medio del aparato.
Sí, posteamos datos cotidianos en gloria de compartir contenido. Somos Nomofóbicos crónicos. Usamos Apps para medir nuestras tonterías cotidiana. Somos el Yo Cuantificado hecho persona. Hacemos #foodporn continuo porque creemos que eso mola (a mi no, pero me voy acostumbrando). En los proximos 24 meses, las neveras, las cafeteras, el espejo del baño y la gran pantalla del comedor posteará por nosotros. Y las marcas -y los branders detrás, desesperados- imitan a los hipsters del digitalismo. Sin saber porque, lo posteamos todo. Que Instagram, que Tumblr, que Vine. O que Facebook o Twitter para los ancianos (sí, admitelo, eres el pasado). Y en Europa del Este (me entero) es todo mas rápido, muy distinto y muchos nos ven queriendo aprender de social media management. Por favor, déjenme bajar del tren. Pero ya.
Mientras tanto, me reencuentro con un pedido de Slow Movement. De hacer una ECD (enésima conferencia diferente) (¿?) donde primen los espacios vacíos. Donde se eviten los slides de Powerpoint, donde las diapositivas den lugar a los silencios. Me da pavor. Pienso en grandes pensadores, en grandes actores y me doy cuenta que no están en mi alma, que soy un apasionado de hablar para llenar el aburrimiento. Que apuesto por el show antes que por el silencio. Y me piden callarme. Y recuerdo. Recomendaciones. Lecciones.
Hace 20, 30 años, tuve una charla con una buena psicóloga que me decía que nos independizábamos de los padres para encadenarnos a nuevos rectores de nuestra voluntad. Que nuestra idea de estar solos era poner el audio a 100 en una habitación. Que no soportabamos el silencio, que aún teníamos miedo estar solos.
Hoy, todos hablamos pestes de Powerpoint porque es impopular hablar pestes de los presentadores. Veo comunicadores que no soportan el silencio, que necesitan llenar la falta de sonido aunque sea con imágenes. Tan acostumbrados a decir lo cotidiano que nos parece insoportable la falta de un hiperlink.
Y llego a los viejos videos del silencio. Podría haber elegido uno con cualquier actor respetado. Pero prefiero un cuasi anti-héroe. Tal vez en tiempos de hipermedia aun nos queda espacio para reflexionar sin estar intoxicados.
4 minutos de Macaulay Culkin comiendo una pizza rememorando a Andy Warhol
Y por supuesto, el histórico de Andy Warhol comiendo una hamburgesa