Ayer por la mañana estuvimos invitados por la APD al CaixaForum de Barcelona donde se realizaba el III Foro: Creativation by Example bajo la consigna: ¿Es suficiente la innovación para salir de la crisis?
Mientras volvía de tan grato evento, empecé a escribir en el aire este artículo, necesitando vincular estas las dos áreas, innovación e internacionalización, motivado por los comentarios de los ponentes del foro: España necesita pensar en la innovación como proceso, en lugar de cómo espontaneidad.
La vinculación con la internacionalización viene de esta última posición mencionada. Una espontaneidad que en España asumimos como rasgo cultural y tal vez por ello, devaluamos su aporte continuo, impidiendo sistematizarlo, transformarlo en proceso, medirlo. Propagarlo.
En la tabla 1 provista por el Ministerio de Ciencia e Innovación (ponente en el Foro a través de ministra Cristina Garmendia) se presentan los indicadores básicos de las actividades de I+D, elaborados por el INE, que reflejan la evolución del sistema español de innovación entre 1995 y 2006.
El gasto español en I+D ha pasado de representar el 0,79% del PIB en 1995 al 1,20% en 2006. El incremento del gasto ha sido mayor en el sector empresarial que en el sector público, pero el gasto realizado por las empresas, el 0,67% del PIB en 2006, es aún muy bajo para lo que se espera de una economía desarrollada.
A la luz de estos datos, la relación con el índice de internacionalización de España resulta claramente vinculado (recomiendo a leer «Internacionalizarse o morir»). Así como sucede con la internacionalización, la innovación no es una moda: la implicación ciencia e innovación no es gratuita, es un requisito para desarrollarse en los mercados, más aún en las actuales situaciones.
Frente al gasto por habitante ($PPC) de Alemania (€765,50), de Francia (€647,60) o de Reino Unido (€548,10) el monto resultante de España parece a primera vista, reducido, con €308,60 (1)
(1) Fuente: "Main Science & Technology Indicators. Volume 2007/2" OCDE (2007)
Sin embargo, el mayor cambio -lejos de encontrarse en las arcas, cerca de nosotros mismos- es de carácter cultural. Es asumir la creatividad como necesidad de orden corporativo -ya no es meramente diferencial-, y transformar esta eventualidad en proceso. Así en la innovación, así en la internacionalización, que en lugar de quedar como una vía de escape, se transforma en un regenerador cultural, un estabilizador comercial, un provocador de calidad en la gestión debido a la necesidad de desarrollar un músculo adaptable a la complejidad (multiculturalidad) que trae consigo el proceso de salir al mundo.
Tomando un claro concepto comentado en el foro: debemos dejar de lado la reacción primaria de las 3F, de escapar, pelear o temer (fly, fight, fright) habitual en los períodos de crisis para romper el círculo cultural y dejar que el surga la reacción experimentada, de serenidad, de focalizar el escenario y de procesar la acción a seguir (2).
Para de esta manera, transformar la innovación en proceso de empresa. Para incorporar la internacionalización como cambio cultural.
(2) Fuente: Paul D. MacLean, Hipótesis del cerebro triple: el reptiliano, el sistema límbico y la neocorteza
El cerebro reptil, regula los elementos básicos de sobrevivencia, compulsivo y estereotipado. El cerebro paleomamífero, añade la experiencia actual y reciente a los instintos básicos mediados por el cerebro reptil. El cerebro neomamífero, regula emociones específicas basadas en las percepciones e interpretaciones del mundo inmediato.