En medio del calor estival y retrasando las vacaciones, tuvimos la oportunidad de encontrarnos en una exposición con algunos viejos conocidos, quienes están también abocados a llevar el área de comunicación corporativa.
Como siempre, surge una pequeña historia muy ilustrativa.
Sobre las marcas áureas y el aroma de un buen café
De los nombrados viejos conocidos, Javier R.H. es uno de ellos. Asesora a una gigantesca multinacional de la alimentación.
Justamente fue él quien nos contaba la siguiente anécdota: “… Nos hallábamos, muchos de nosotros, reunidos en la planta, mezclándonos entre todos, sin distinción de zonas, de departamentos ni de jerarquías, un completo momento de distensión, y de pronto, sin preverlo, surgió la pregunta inocente: pero entonces, vamos a ver… ¿cuáles son las marcas de café que más recuerdas? …. Es gracioso que ninguna de las primeras tres respuestas coincidiera con la marca que fabrica la empresa para la que trabajamos”
Esta historia nos dio que pensar. Hablamos de una prestigiosa marca, de una poderosa empresa, con un valor de mercado importantísimo. Sin embargo, sus trabajadores pensaron tarde, muy tarde, en ella.
En Comunicación solemos pensar que todo elemento de la empresa, todo espacio y hasta todo tiempo discurrido en ella, forma parte del lenguaje corporativo. Por ello, hacemos mediciones continuas sobre como es percibido el brand, la marca, la plataforma comunicacional.
Sin embargo, es asimismo necesaria la medición del impacto emotivo, de implicación, y de comprensión del mensaje corporativo.
Para la dirección de RR.HH. es importante saber que los hechos comunicacionales activos (los adaptados y actualizados de
manera continua gracias a las mediciones) proporcionan valores de sinergia entre las personas y la realidad de la empresa, llámese esta realidad idiosincrasia, marca, o a la misma identidad corporativa.
Esto es así ya que buscamos pautas para el mejoramiento corporativo. Porque la motivación surge de involucrarse. Porque la motivación del empleado surge de la involucración de la empresa con éste. Puesto que el proceso de fidelización es un ir y venir de pautas claras, ciertas, veraces y a tiempo.
Sin más, el deseable sentimiento de pertenencia sólo es conseguido cuando se demuestra mediante un completo edificio de herramientas comunicacionales. Podemos pedirle opiniones actualizables vía intranets, informarles mediante audiovisuales, folletos, manuales, participarlos del crecimiento de la empresa con revistas corporativas, acercarnos a ellos mediante foros continuos, facilitarles la movilidad a través de la señalética, de la ergonomía de formas y de disposiciones mobiliarias. Tenemos en ellos una de nuestras mejores muestras para conocer de antemano que opinará el mercado. Podemos lograr un sistema de alta integración utilizando las facultades de toda una batería de estudios, análisis, acciones y herramientas que produzcan ese estadio de identificación buscado. Solemos decir que el interés de la comunicación interna es el lograr el entendimiento, la autosatisfacción y la involucración en el espacio corporativo. Por tanto al acercarnos a este horizonte de objetivos, incrementamos la eficacia de la organización, logrando su fortaleza.
O como decía hace poco, la búsqueda de “llevar la camiseta” de la empresa es el descubrimiento de que ellos conforman el concepto “empresa”. No es el objetivo el vender más, el salir al ataque, el hacer una difusión irracional, si no el estar mejor preparados internamente para crecer e identificarse con la relación que nace de la empresa.
Para poder afrontar nuevos desafíos formando una marca áurea, una empresa ideal.
Para no tener que reemplazar ese café nuestro por una gaseosa cualquiera.