Si no puedes tragártelo de un solo bocado, olvídate de digerirlo tranquilamente.
Querer ganar proyectos grandes en Social Media tiene algo de buscar el pelotazo sin medir las consecuencias de conseguirlo. Sobre todo, cuando la creencia corporativa sobre las redes sociales sigue residiendo en su aparente factor están-todos-los-que-son. Si sumamos que la comunicación tradicional resulta aún una materia pendiente, sobra camino para evangelizar digitalmente en una mayoría de empresas -grandes o pequeñas- con grandes o pequeños proyectos.
Al mismo tiempo, la tensión entre puristas de la comunicación y pragmáticos digitales radicaliza a quienes están fuera de este debate continuo. Unos se rasgan las vestiduras por la intrusión de la conversación social en la publicidad, otros cargan contra invisibles gurús, con algunos mirando mal que toda acción de marca es una corrupcion del ecosistema de los Social Media. Un radical suele generar otro radical -no simplemente un opuesto-, por lo que vienen los clásicos:
- La publicidad es la poesía del capitalismo
- Vende lo que nadie pensó en comprar y convéncelos de que les gusta
- La creatividad es todo, pero los tontos solo entienden y pagan la pautación
que generan los más tópicos, como:
- La publicidad no me vende nada por tanto mi empresa no la necesita
- La publicidad es espacio y tiempo, compras por video y sonido, pagas por los segundos
- La creatividad es solo el disfraz
sumando a los de estrategia, gestión, marketing …
- la planificación es papel, lo que vale es la ejecución
- las empresas se crean por si misma, solo necesitan una buena idea
- sin un plan detallado no habrá objetivos a alcanzar
- las acciones son las que importan, el calendario es secundario
para finalizar con los tipicamente digitales
- En las redes, la gente pierde el tiempo y no compra
- Si soy transparente, se me van las ideas y los empleados a la competencia
- Los que hacen bien esto de las redes solo lo aparentan, sino, estarían dementes (SIC)
El marketing, la publicidad, el comercio son sostenes del universo de los medios sociales. Las plataformas son empresas y nuestra actividad en ellas es la que permite que exista un negocio y que aquellos quieran seguir creando espacios alrededor. Es un lugar genial para chicos y grandes, para profesionales, para pymes, para directivos, para empresas para poder hacer negocios.
Y si, incorporar también al dialogo a los grandes proyectos, a los grandes desafíos que impliquen un rebranding, a la industria problemática, a los bancos menos transparentes, a laboratorios con productos injustificadamente caros, a ingenierías de caducidad programada. Si no invitamos al diálogo a todos los componentes de la sociedad mercantil, cometemos el error del pelotazo, evitando lo que no sea el camino fácil . Si no llevamos transparencia, si no logramos que la comunicacion corporativa en ellas involucre a la comunicación social, vamos a seguir criticando lo que es fácil de criticar y pretendiendo que cambien por algun efecto mágico o por obra de otros.
Con todo esto y a falta de magia, se necesitan especialistas mas que expertos, jugadores que sepan trabajar un rol, un contenido, una necesidad, una circunstancia en profundidad, por que es una actividad demandante, un sistema donde todos nos relacionamos de una u otra manera y que te exige dedicarle un enorme esfuerzo a estar al día. Por eso me seduce la gestión de los pequeños cambios, el hacer camino al andar, la racionalidad de saberte insuficiente y por ello buscar el soporte en la comunidad para desarrollar los proyectos de los evangelizados.
Pero resalto lo de solo con los evangelizados, solo con los que creen en poder crecer cuando sus comunidades crecen. En todo sentido. Los que enamoran con su visión del mundo, porque ya están enamorados de lo que ven. Esas empresas tendrán aquellas marcas que pueden ser queridas y dialogantes, sexys y motivadoras. Para las otras, ya no merecen dedicarle tiempo. Explicar el ROI de un plan, siempre. Defender otra vez la necesidad de ser transaprentes, de tener protocolos de actuación, de trabajar la conversación, ya no. No vale la pena.
Ya no por un problema de gula: no es que el pez sea demasiado grande sino que parece demasiado podrido