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2014 y los hijos de Wikileaks | 2ª parte

A que nos enfrentaremos con las licuaciones en unos años
Este post es la segunda parte de tres artículos, que comienzan picando aquí

Licuando manchas con Fairy digital

En el milenio pasado no había Web 1.0 reconocida como tal, así se la llamó después.

Entre el 2001 y el 2004 tuvimos una cierta Edad Media digital donde se incubó la web social, en un limbo posterior al crack de la burbuja de las “punto com”. Estos años oscuros no fueron percibidos como tales en su momento, ni fue percibido que lo social digital fuera a explotar como ha sucedido. Por lo menos no fue así por parte del pensamiento mayoritario (o bien estábamos muy distraídos)

Después del IT crack se abrieron diferentes vías a seguir, por mas que ahora hablemos de la web social como una evolución natural de la web 1.0. No fue un cambio natural (hubo acontecimientos colaterales que la aceleraron y que la demoraron) y mucho menos ha sido una evolución sino más bien una regeneración. Durante añares han existido comunidades digitales y grupos de noticias sin que fueran algo mas que experiencias geeks. Como enunciaron Tim O´Reilly y John Battelle el cambio entre la Web 1.0 y la Web 2.0 ha sido de esencia y no de grado (diapos sobre el futuro de la web, aquí).

Hubo un cambio de percepción y de comportamiento, después de ese limbo de cuatro años. Esa cultura es la Web 2.0. Y … ¡bingo!, ahí es donde el efecto Wikileaks tiene su posible impacto: en la percepción del cambo de patrones de comunicación, de consumo, de referencia y de poder.

Bingo, efecto, impacto

Wikileaks -como web- solo se trata de una plataforma que ofrece anonimato al que desnude abusos de poder.

Wikileaks –como servicio- se trata de dar información verificada, en crudo, digitalmente pública, pero su base es la de dar seguridad en la limpieza de manchas. Las manchas salen a la luz pero quien las hace visibles puede gozar de seguridad. Que es donde no pudieron llegar los medios tradicionales (ni en adquirir esa información masiva, ni en filtrarla masivamente). Los Watergate de cada país han sido excepciones, ahora tenemos los Couso, los Khaled El-Masri para leerlos sin intermediarios si queremos.

Sin eufemismos, bajo Wikileaks puedes delatar sin temor. El núcleo del asunto es el de evidenciar abusos de poder, ya queda claro que no se trata de robo de pruebas.

Bien visto, cala mucho más hondo que el simple aireado de cotilleos diplomáticos (que siempre han existido y de los cuales siempre se han sospechado). Los comentarios poco avezados que hablan de conspiraciones o que acusan a Wikileaks de ser un sucedáneo digital de los Sálvames los dejo en mi papelera, así podemos ir al grano.

Llegamos al corazón de la cuestión que planteo: el efecto Wikileaks va cambiar nuestra percepción de las entidades en general y de las marcas en particular. Veo dos reacciones en cada hemisferio de poder:

  • a)    100% en público, gradualmente nacen mas canales de licuación tanto globales como sectoriales y locales.  Es un fenómeno mas allá de Assange, de Domscheit-Berg, deWikileaks, de Openleaks, Cryptome o de Secrecy News
  • b)    En lo orgánico, hay un germen de conciencia “corporativa” sobre lo dañino e inevitable de las licuaciones. El miedo nos hace aprender, también a las corporaciones, ya administraciones, ya empresas.

Las suma de esos hemisferios darían un escenario nuevo, donde la comunicación social ejercería presión sobre las fronteras del poder y su gestión. Impresión generalista que evito profundizar para centrar el eje en las marcas y de la comunicación, pero con este mismo escenario.

Un escenario donde las audiencias ejercieran el poder de control y la limitación efectiva sería un escenario mucho mas amplio que el actual de opinión, participación y generación de contenidos.

En nuestro escenario actual -comprobada la voz de las audiencias- a lo sumo interactuamos en la conversación, midiendo y gestionando nuestra reputación (aunque mayorítariamente, aún estamos comenzando este proceso)

En ese escenario futuro y posible, se desnudaría de forma pública una importante cuota de poder que muchas entidades (públicas y privadas, grandes y pequeñas) suelen gestionar sobre el filo de lo moral y lo legal. Tanto tiene en juego un gran banco, un laboratorio multinacional o un municipio como sus proveedores.

Pienso que estas y aquellas deberían -minimamente- adaptarse cuanto antes al escenario web 2.0 actual si tienen pensado sobrevivir en ese otro escenario, probable y futuro.


Comentario al pié: Mañana cierro la seguidilla, con la tercera y última parte


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